¡Napoleón, Napoleón!...
¿Cómo que bueno y ahora un bribón?
Tuvo tan solamente un amigo:
su codicioso y astuto ombligo,
y entre ambiciones y circunstancias,
y apoderándose de las tropas,
fue conquistando todas las Francias
y las Europas,
segando vidas,
sin más honor
que el del mayor de los genocidas...
Sólo fue bueno, y bueno tal vez
donde se es bueno sin ser amor,
como maestro del ajedrez
que victorioso en cien mil partidas
consigue el cetro de emperador.
Jesús María Bustelo Acevedo