El hombre sedente, sediento o sedentario



El hombre se acomoda, se amanera,
y exige diversión,
y, divertido así de lo que fuera,
se yergue y se empodera,
brutal o sandunguero,
en su simple perfil de marinero
o en su nueva actitud de fanfarrón.

Jesús María Bustelo Acevedo

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