Qué hermosa es la voz humana,
grave, aguda, y honda o llana,
femenina o de varón,
femenina o de varón,
si dice la soberana
libertad del corazón.
Cuando canta sus verdades,
sus penas, sus alegrías,
que el resto son vanidades,
como dijo Jeremías.
Jesús María Bustelo Acevedo
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