Amo el loro que habla en mi cabeza,
feliz y sugerente,
como una melodía que en la mente
ahuyenta la tristeza;
amo el loro de oro
con su sin par decoro
que decora y colora mi ilusión
e invita a despertarme al corazón
con el que a Dios adoro.
Jesús María Bustelo Acevedo
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